Qué agradecidos a Dios estábamos de poder refugiarnos al lado de algún cerro solitario para comer y descansar! En nuestro regreso la carga fue más ligera
Cuando la hermana Olga Pitt y yo recién llegamos al Perú en el año 1928 nos quedamos tristes al ver la escasez de creyentes y obreros evangélicos pentecostales